EL CORREO. 24.9.23 Doming
Los que recordamos el momento liminar del año 2000 no podemos evitar un regusto de melancolía, con una Unión Europea pujante capaz de crear una nueva moneda —el euro llegó a nuestras manos el 1 de enero de 1999——, con la caída del bloque soviético y el derrumbe del Telón de Acero en 1991, cuando en febrero de 2000 la policía francesa detenía al dirigente terrorista, Iglesias Chouza (alias Gadafi), y la «organización» daba sus últimos y rabiosos zarpazos de bestia herida: el 22 de febrero de ese año el portavoz del partido socialista de Euskadi, Fernando Buesa, y su escolta son asesinados en Vitoria y una gigantesca ola de dolor y repulsa se levantó contra el terrorismo etarra. Mientras tanto el mundo seguía su marcha y la empresa Microsoft lanzaba el sistema operativo Windows 2000...
Los sesentones de hoy éramos cuarentones entonces y al mirar atrás percibimos el contraste emocional, cultural y político entre el ya viejo siglo XX y el vigente y juvenil siglo XXI. Sin casi darnos cuenta el presente ha comenzado a mostrar un relato propio con sorprendentes y contradictorias características: muchos jóvenes no tienen recuerdo del terrorismo etarra y de lo que fueron los «años de plomo»; el Reino Unido ha abandonado la UE; la Rusia de hoy ya no es la vieja y burocrática dictadura comunista y se ha convertido en una belicosa cleptocracia nacionalista dirigida por un antiguo miembro del KGB y ha invadido Ucrania; en Italia gobierna una mujer, lideresa de un partido de extrema derecha, la Igualdad de la mujer se ha convertido en un imperativo categórico en todos los órdenes de la vida que quiere dejar atrás siglos de machismo y desigualdad...por otro lado el siglo XXI nos abre un nuevo horizonte de posibilidades tecnológicas, con la I.A. y los avances en neurocirugía, biología, informática y ciencias cognitivas que hacen creíbles los sueños de la Declaración Transhumanista elaborada originalmente en 1998 por un grupo internacional de futurólogos, que en su primer punto resume lo que significa la frontera entre lo humano y lo transhumano: «La Humanidad se verá profundamente afectada por la ciencia y la tecnología en el futuro. Visualizamos la posibilidad de ampliar el potencial humano superando el envejecimiento, las deficiencias cognitivas, el sufrimiento involuntario y nuestro confinamiento en el planeta Tierra.».
Las perspectivas que augura el pensamiento transhumanista rayan con la Ciencia Ficción. La superación del envejecimiento significa prolongación indefinida de la vida humana —120, 150 años de vida...— gracias a las nuevas tecnologías de neurocirugía y a la creación de todo tipo de órganos y mejoras implantables. Posibilidades tecnológicas y médicas para un «mejoramiento humano», casi sin límites, mediante la fabricación de órganos humanos implantados en animales que permitan trasplantes y reposición de órganos a lo largo de los años, posibilidad de implantes neurológicos de inteligencia artificial, mejoras en todas las técnicas de supresión del dolor, físico o psicológico disponibles a voluntad, y lo más ambicioso de todo: la idea de migrar y colonizar otros planetas, de modo que millones de seres misma puedan, de manera estable y permanente habitar más allá del planeta Tierra...
Todos estos avances tecnológicos y posibilidades de Mejoramiento Humano están relacionados con el desarrollo y generalización de la Inteligencia Artificial, de ahí que la UE ha planteado ya un proyecto de la primera ley integral sobre IA del mundo. En 2020 la UE ya publicó un Libro Blanco sobre la Inteligencia Artificial en previsión de los riesgos que se podían adivinar en aquella época. En abril de 2021, la Comisión Europea propuso el primer marco regulador de la UE para la IA, bajo el principio de que los sistemas de IA que puedan utilizarse en distintas aplicaciones se analicen y clasifiquen según el riesgo que supongan para los usuarios. Los distintos niveles de peligro implicarán una mayor o menor regulación. Una vez aprobadas, serán las primeras normas del mundo, para garantizar que los sistemas de IA utilizados en la UE sean seguros, transparentes, trazables, no discriminatorios y respetuosos con el medio ambiente. Los sistemas de IA deben ser supervisados por personas, en lugar de por mecanismos automáticos. El Parlamento de la UE también quiere establecer una definición uniforme y tecnológicamente neutra de la IA que pueda aplicarse a futuros sistemas. El 14 de junio de 2023, nuestros eurodiputados adoptaron su posición negociadora sobre la ley de IA. Ahora están en marcha, en el Consejo junto a los países de la UE, las conversaciones sobre la forma final de la ley.
—El objetivo es alcanzar un acuerdo a finales de este año 2023. Javier Otaola.
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