
Siempre he sentido una enorme admiración por la gran nación norteamericana, fundada en julio de 1776 como la primera democracia liberal del mundo, Estados Unidos, pero todo lo que significa el fenómeno Trump y la transformación ideológica del 'Great Old Party', el Partido Republicano en el que militó Abraham Lincoln, me muestra un lado inquietante y oscuro. Frente a la explosiva combinación de vulgaridad, deshonestidad y marrullería demostrada por Donald Trump en enero de 2021 intentando falsificar los resultados electorales y jaleando un asalto violento al Capitolio para impedir el conteo del voto del Colegio Electoral y así provocar la nulidad de la victoria de Joe Biden, solo la heroica honestidad del vicepresidente Mike Pence (republicano) evitó la catástrofe, al rechazar el intento de Trump de revertir el resultado electoral. No es de extrañar que la turba jaleada por el todavía presidente esperara encontrar a Pence para ejecutarlo, colgándolo de un árbol del Capitolio como un traidor. Así lo relató en Twitter el fotógrafo de Reuters Jim Bourg, presente en el lugar.
El fenómeno Trump ha seguido haciendo de las suyas durante la presente legislatura, como candidato del Partido Republicano para un nuevo mandato. De momento se ha dedicado a burlar, insultar y degradar a cualquiera que se le pusiera por delante. No tuvo reparo en imitar en tono burlón a un reportero con problemas de movilidad en los político que excede de la crítica ideológica se pueden convertir fácilmente en violencia física, de hecho suelen ser su antesala.
Antes de que se cancelara su cuenta en Twitter Trump tenía más de 88 millones de seguidores, y durante años se ha dedicado a repartir por las redes insultos y burlas a diestro y siniestro. Su adjetivo favorito para designar a cualquier adversario es 'crooked' (indecente), lo ha usado en 215 ocasiones. Seguido de 'bad' (malo), 77 veces, y de 'dishonest' (deshonesto), 74. También solía repetir con frecuencia 'dumb' (tonto) o 'goofy' (débil mental).
Al empresario Jeff Bezos le llama 'Bozo' (bigote), 'wacko' (loco). Usa 'crooked' (deshonesta) para mencionar a Hillary Clinton, y también 'crazy' (majara) o 'jerk' (estúpida). A la senadora demócrata Elizabeth Warren, que reclama su ascendencia de indígena americana, le adjudicó los motes de 'Pocahontas', 'dopey' (atontada) o 'loser' (perdedora).
La vulgaridad y bajeza de Donald Trump ha prendido en el electorado republicano: en 2021, en una asamblea de conservadores en Ohio, un joven subió al estrado e hizo uso del micrófono para preguntarse y preguntar al auditorio cuándo debía comenzar a matar a demócratas: «¿Cuándo vamos a empezar a usar las armas?», dijo, y la audiencia aplaudió. «¿Cuantas elecciones nos van a robar antes de que matemos a esa gente?», añadió. El representante local del Partido Republicano definió esa intervención como «a fair question» (una pregunta sincera).
Tengo que decir que, a pesar de nuestras vergüenzas políticas, no me puedo imaginar un fenómeno de zafiedad personal y vulgaridad como el caso Trump entre los líderes de las diferentes posiciones en el sistema político español y tampoco en el europeo Tenemos más estilo. ¿Cómo evolucionará el trumpismo?
Lo ha anticipado Max Burns—America will regret its decision to reelect Donald Trump[1].—
[1] THE HILL por Max Burns 11/06/24. Max Burns is a veteran Democratic strategist and founder of Third Degree Strategies.
Hay comentaristas que dicen que se trata de aguantar esto durante cuatro años y que para entonces los demócratas o quizás un candidato independiente estarán en la lista de candidatos. Pero también confiamos en que el votante estadounidense se dé cuenta de que Trump es un activo ruso (probablemente él mismo ni siquiera se da cuenta) y que el populismo y el cortoplacismo no van a resolver nada.Putin ha ganado la segunda guerra fría, de eso no hay duda. Estuvo involucrado en el Brexit y en la primera presidencia de Trump. Ha trabajado duro para socavar la unidad en Europa y el mundo occidental y ahora ha logrado que Estados Unidos se una a la lucha contra Ucrania.