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Notre Dame y la República francesa, por Javier Otaola

Publicado en EL CORREO 8.12.24





Notre Dame y la República Francesa

 

El templo gótico de Nuestra Señora de París ha culminado sus obras de reconstrucción en el plazo de cinco años que Enmanuel Macron comprometió en 2019 tras el terrible incendio. El presidente de Francia ha recordado, en su visita al templo tras su reconstrucción, las palabras con las que afirmó el reto colectivo dirigido a la Nación para reparar en cinco años las destrucciones sufridas por la simbólica catedral, anclada en el corazón mismo de París. El reto del 2019 fue lanzado con palabras inspiradas y sentidas: “Somos un pueblo de constructores. Tenemos tanto que reconstruir. Así que, sí, reconstruiremos la catedral de Notre Dame, y más bella aún, pero quiero que esto se realice en cinco años. Podemos hacerlo”.

 

            El reto lanzado por Macron ha sido culminado en el tiempo previsto gracias al enorme esfuerzo de todos los que han trabajado entregadamente a la tarea. La rapidez y la belleza recuperada de Nuestra Señora ha supuesto un "chute de esperanza" ha dicho Macron.

 

            El destrozo del incendio accidental acaecido hace cinco años ha sido uno más de los muchos avatares que ha sufrido esta magnífica construcción, uno de los edificios más emblemáticos y antiguos de cuantos se construyeron en estilo gótico en Europa. Una construcción que ha durado siglos: se realizó su mayor parte entre 1163 y 1260 pero no se llegó a terminar hasta 1345.

 

            Durante la Revolución francesa, el 20 de brumario (10 de noviembre) de 1793, la Convención, a sugerencia del exaltado Pierre Chaumette, proclamó el culto a la Diosa Razón y celebró la fiesta de la Libertad en Notre Dame. Durante ese período la catedral sufrió el robo y la dispersión de muchos de sus bienes, así como la profanación de parte de su imaginería religiosa. Napoleón Bonaparte, la rehabilitó y adecentó en 1802 como templo católico, pensando en su coronación como Emperador el domingo 2 de diciembre de 1804 en presencia del Papa Pío VIINapoleón consiguió lo que parecía imposible: que la Constitución republicana del Año XII, promulgada el 28 de floreal —según el calendario revolucionario— bajo la forma de senadoconsulto orgánico, entregara el gobierno de la República Francesa (sic) a un emperador (sic) —Napoleón Bonaparte— y a sus sucesores legítimos, que tomarían el título de emperador de los franceses: la República lo era de Francia, pero el Emperador lo era de los franceses.




            Tras el período napoleónico Nuestra Señora de París volvió a recuperar su aura inspiradora, gracias al genio de Víctor Hugo, con la publicación en 1831 de la novela Nuestra Señora de París, en la que, gracias al campanero Quasimodo, la propia catedral se convierte en uno de los principales personajes de una romántica historia de esperanza, amor y compasión. 

 


            El cumplimiento del plazo de cinco años no ha sido fácil, el reto ha exigido el trabajo intensivo de cerca de 2000 obreros y artesanos, la fuerza del Estado francés, así como cientos de miles de euros de donativos y como ha declarado el rector de Notre Dame, Olivier Ribadeau-Dumas, "un poco de fe".


El éxito ha coronado el esfuerzo realizado y el número de visitantes previsto a partir de su próxima reapertura es asombroso. Antes del incendio, ese monumento medieval acogía a unos 12 millones de personas al año. Se espera que el número de visitantes para 2025 se dispare hasta los 15 millones. Lo que significa unas 40.000 visitas al día. En el año 1973 en el viaje de estudios de COU— a Paris—, una de nuestras visitas más intensivas fue precisamente la de Nôtre Dame, y todavía recuerdo la libertad con la que nos pudimos mover por las torres y tejados de la catedral, contemplando las hermosas vistas de Paris desde esa sagrada atalaya.

 

            La Ley francesa de 1905 de Separación de las Iglesias y del Estado declaró que todos los edificios religiosos, construidos hasta esa fecha serían propiedad del Estado, sin perjuicio de lo cual el gobierno francés se comprometía a poner tales edificios, a disposición de las organizaciones religiosas sin costo para estas, siempre que su uso fuera el culto.



Con motivo de la promulgación de la Ley de 1905, la República Francesa rompió unilateralmente el Concordato —que ni siquiera fue denunciado formalmente—, y desposeyó a la Iglesia Católica-Romana de las propiedades de los templos construidos hasta 1905, cediendo gratuitamente su uso exclusivamente al culto religioso. El Estado francés desde entonces no escatima esfuerzos y recursos para mantener y proteger el patrimonio arquitectónico religioso para el culto religioso, y al mismo tiempo garantizar su propiedad estatal y el acceso del público a su disfrute artístico, cultural y arquitectónico. Notre Dame es un ejemplo perfecto.   

 

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